11 de marzo de 2025
¿Qué es la contaminación lumínica?
La contaminación lumínica es la alteración de la oscuridad natural de la noche debido al uso excesivo o inadecuado de luz artificial en exteriores. Al igual que ocurre con la basura electrónica, se trata de un fenómeno cada vez más común en nuestras ciudades, aunque en este caso, además de privarnos de poder contemplar el cielo estrellado, afecta de forma negativa tanto al medio ambiente como a nuestra salud.
¿Qué provoca la contaminación lumínica?
Lejos de estar motivado por un único detalle, este problema puede estar provocado por distintas causas que conviene conocer, sobre todo si se busca cómo prevenir la contaminación lumínica.
Una de las más importantes es la iluminación excesiva y descontrolada en zonas urbanas en las que farolas, edificios y anuncios publicitarios emiten luz en direcciones innecesarias. Esto, además de suponer un rotundo desperdicio de energía, genera un brillo artificial en el cielo nocturno. Esto supone un rotundo desperdicio de energía y genera un brillo artificial en el cielo nocturno.
Además, el uso ineficiente de la iluminación, como luminarias mal diseñadas o instaladas de forma incorrecta, provoca que la luz se disperse hacia arriba y hacia los lados en lugar de centrarse en las áreas sobre las que busca actuar. La sobre iluminación de espacios que no requieren tanta intensidad lumínica también contribuye notablemente al agravamiento de este problema.
Por otro lado, la falta de apagado nocturno en zonas donde la actividad humana es mínima contribuye a prolongar la exposición a la luz artificial, alterando los ciclos naturales de los ecosistemas y afectando de forma muy negativa nuestro descanso nocturno y, por consiguiente, también a nuestro estado de salud.
Consecuencias de la contaminación lumínica
Este problema provoca infinidad de efectos adversos, aunque los que detallamos a continuación son algunos de los más importantes:
La exposición excesiva a luz artificial durante la noche puede desajustar nuestros ciclos de sueño, generando insomnio y aumentando el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como la obesidad, la diabetes o ciertos tipos de cáncer.
La sobre iluminación supone un consumo energético elevado, lo que se traduce en desperdicio económico y en la generación de una mayor huella de carbono.
La mala orientación de las fuentes de luz puede ocasionar deslumbramientos a los conductores y aumentar el riesgo de sufrir accidentes de tráfico durante la noche.
La iluminación artificial también interfiere de forma negativa en los ciclos biológicos de especies como las aves, que pueden desorientarse durante sus migraciones nocturnas.
El brillo artificial del cielo nocturno dificulta la visibilidad de estrellas, planetas o asteroides.
¿Eras consciente de cómo te afecta la contaminación lumínica? ¡Veamos qué hacer para reducirla e incluso llegar a eliminarla por completo!
Cómo evitar la contaminación lumínica
Existen diferentes soluciones para reducirla, y algunas de ellas puedes aplicarlas tú mismo para contribuir a prevenir la contaminación lumínica.
Utilizar lámparas con diseños que eviten la dispersión de luz hacia el cielo para centrar la iluminación donde realmente se desea y se necesita.
Instalar dispositivos que permitan encender las luces solo cuando se detecte presencia humana, reduciendo así el tiempo de iluminación innecesaria.
Usar lámparas que minimicen la emisión de luz azul, con un mayor impacto en la contaminación lumínica y en la salud humana.
Apagar o reducir la intensidad de luces en monumentos, fachadas y anuncios publicitarios durante las horas de descanso nocturno.
Esto, además de permitir un gran ahorro económico en las facturas de luz, contribuye enormemente a disminuir la contaminación lumínica que tanto nos afecta, ¡y a recuperar la bella estampa de nuestros cielos estrellados justo antes de cerrar los ojos por las noches!